Tuesday

Yededong



Todo está cubierto de flores. Cubren los muebles, el parquet, el cuerpo tendido...
Algunos no pueden creer que yazca ahí.
Amanece en Yededong. Pasa un anciano en bici. Lleva un hatillo de cartones.
Sirenas.

- Hola, Lars. ¿Qué has escrito en la gorra? ¿Y en la camiseta?
- ¿Qué tal, Paz? Sí, me he vuelto un graffiti con patas...¿Qué tal Platón y Lao Tze?
- Ahí están. Nos ha quedado pendiente un vino.

Lunes por la noche. Se olvidó de dos amigos el último metro.

- Para un momento. ¿No hueles algo?
- Mmm...¡Flores!
- Yededong está cubierto de árboles. En primavera, el aroma envuelve todo el vecindario.
- No parece que estemos en plena jungla de asfalto...

(...)

- ¿Tomamos algo?

En algún lugar del mundo, los niños juegan mientras sus padres trabajan un cafetal. Podrán seguir jugando si tomamos el café justo.

- ¿Qué tal va tu obra?
- La estoy puliendo. Escribí mucho durante mi último viaje al Barrio de las Letras.

(...)

- Hay algo que quiero hacer este fin de semana. No vendré a Yededong sólo a pasarlo bien...
- Ten cuidado.





Es viernes por la noche. Lars espera en la esquina de siempre. En un club cercano trabajan amigas suyas. La entrada es gratis para las fuerzas de ocupación.

Pasa la patrulla. Con aire autoritario, hacen la ronda. Delante van los blancos, llegados de otro continente. Son siete u ocho. Les siguen, como fieles mascotas, dos soldados locales.
Lars tiene algo para ellos.

- Hermanos, ¿no estáis muy lejos de casa?

Lo miran extrañados. ¿Estará ebrio?

- No tomo alcohol. ¿Quién os ha enviado aquí?

Lo miran más extrañados.

- ¡Documentación! De acuerdo, puedes irte. Pásalo bien y no te metas en líos.

Lars se dirige a su objetivo. Ya no hay vuelta atrás.
El bote está preparado. Lo mantiene vertical en su bolsillo para que no se derrame la mezcla.

Los vigilantes lo miran, desconfiados. Un superior otea desde la ventana.
“¿Por qué lleva capucha?” “Y ese símbolo en su gorra...Hace mucho que no lo veía. ¿Espera, no es el de la Mercedes...?”

- Amigos, ¡sed libres! ¡La enemistad es el enemigo! ¡No hagáis lo que otros quieran!

“¡Incursión...!”

Todo ocurre muy rápido.

Amenaza anulada.

- ¿No estaba armado...?
- Tiene una caja de... confeti, señor.

El joven Kim tiembla. Quiere olvidar sus manos, invadidas de muerte. Intercambia con sus superiores miradas de desconcierto.
Él pensaba que...

Tendido en el suelo, el encapuchado balbucea algo.

- Sed libres...

Son diminutas, parecen pajaritas de papel. La explosión de confeti dejó todo cubierto de estos pequeños copos multicolores. La alfombra, el mobiliario, las cajas de munición... Nada se libra. Son verdes, amarillos, rosas...

Las manos del joven soldado todavía empuñan la guerra. Quiere soltar el cordón umbilical de la y enterrarlo bien hondo.

Amanece en Yededong. Circulan las bicis con hatos de cartones más altos que los minoristas arrugados y madrugadores que conducen.
Los compañeros hacen la ronda.
Sirenas.

Todo está cubierto de flores. Cubren los muebles, el parquet, el cuerpo tendido...
Algunos no pueden creer que yazca ahí.

Es lunes por la noche

- ¿Sabes por qué se llama Yededong?
Ye (脐) es “ombligo”. De (带) es “cordón”.
- Sí, y “dong” debe de ser “barrio”.
- Así es. Antiguamente, el cordón umbilical de los recién nacidos se tiraba a la tierra.
- Imagina que las flores cubrieran todo el vecindario...

1 comment:

Anonymous said...

Interesante diálogo... me recuerda a ti en tu video "provocador" de Paz!!!