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Quién fuera







Le gustaría recuperar aquel texto que escribió hace unos años en el café de Daum -cree-, sobre la amistad especial de las dos tocayas, F y F´, dos de las personas más queridas del mundo para él.
El dúo ya está cojo. Él lo supo hoy, a 10000 km de distancia, de la partida de F.
Le habría gustado estar hoy con F´...

Llevaba unos días dándole vueltas al gran dilema: ¿enfoque épico o racional; ¿romántico o práctico? Se supone que es una decisión fácil, o que ni siquiera llega a ser un problema, para quien es capaz de pensar en gris...

F nació en el escenario de los románticos periplos de Don Quijote y Sancho Panza.
Se fija en la foto de F, F´, sus amigos K y NH y el equipo de televisión desplazado desde el paralelo 38 para seguir los pasos del Caballero de la Triste Figura y su fiel escudero.

F y F´no pudieron elegir; la historia les obligó a ser siempre Sancho.

Él podría elegir y, en texto de cabecera que un día le dio F´, Walt Whitman le anima a que sea Quijote, Juan Gaviota, a que sea su proyecto, se funda con él, y no tema a los gigantes; recibe los refuerzos de José Luis Sampedro, Antonio Gala, Hermann Hesse...

Pero Sancho le dice que los gigantes sólo existen en su interior...

"Tenía vehículo propio, había conocido la Gran Muralla, y cerca de su casa vendían sandwiches de almendras y chocolate por 37 yuanes: su vida era perfecta, al menos según el manual...No obstante, si frotase la lámpara por error y el genio le obligase a pedir otro deseo-pensó, como en un intento poco convencido de quitarse de encima las telarañas de la apatía-, se decantaría por algo del tipo "ser capaz de tener una reacción espontánea" o "experimentar por una vez la sensación de ser un bicho espontáneo y sin programar". No es extraño, si uno piensa que siempre había soñado con ponerse en la piel de seres de otras especies...





Y Hesse, al recordarle el camino a Oriente, pone sobre su revuelta mesa el tercer enfoque, ni épico ni racional: el zen y la independencia respecto al apego a las cosas del mundo físico, que son el origen de nuestro sufrimiento.

Eso podría funcionar...y resolvería la cuestión de si, en una u otra forma, vamos a reencontrarnos después de la vida física con nuestros seres queridos. Claro que nos encontraremos, pero en forma de energía universal, libres de nuestros nombres y nuestras definiciones...

Vale -responde-, pero ¿cómo trasladar eso tan razonable a mi anímicamente agitada rutina del mundo físico...?



Ni Quijote ni Sancho, marzo de 2011


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